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28 mayo, 2014

Miguel Muñoz, histórico jugador y entrenador del Real Madrid

Miguel Muñoz, de medio cuerpo, luciendo la camiseta blanca del Real Madrid
Miguel Muñoz, 1957. Foto inferior, 2º por la dcha.  
La primera Copa de Europa en la historia del Real Madrid la recogió Miguel Muñoz, capitán del equipo. Fue en París, en 1956, frente al Stade Reims. Al año siguiente se repitió la hazaña, alzando la segunda Copa de Europa en Madrid, ante la Fiorentina. También con Muñoz en plantilla, llegó ‘la tercera’, un año después, al derrotar al Milán en Bruselas por 3-2, en un partido que tuvo a Di Stefano y Gento como principales protagonistas. Además, Miguel Muñoz ganó cuatro títulos de Liga y dos de Copa. Durante 25 años estuvo en el club blanco, primero como jugador y luego como entrenador. 
El equipo posando en la final de la Copa de Europa de 1957. Miguel Muñoz, de pie, es el segundo por la derecha. Agachados, entre otros, Kopa, Di Stéfano y Gento.
En el terreno de juego su puesto era el de centrocampista. Tras retirarse como jugador, fue técnico del equipo filial del Madrid durante un breve periodo y luego comenzó a dirigir la primera plantilla en la temporada 1959-60. En su primer año como entrenador obtuvo una nueva Copa de Europa. Fue en Glasgow, frente al Eintracht de Frankfurt. En 1966 conquistó ‘la sexta’ para el Real Madrid, en Bruselas, donde el equipo se impuso al Partizán de Belgrado por 2 a 1.

Miguel Muñoz estuvo en el puesto de entrenador hasta 1974, año en el que abandonó ante los malos resultados del equipo. Durante sus 15 temporadas ganó también para el Real Madrid nueve ligas y dos títulos de Copa. Quizá su decisión más complicada en ese periodo fue la jubilación de Alfredo Di Stefano, el mejor jugador de la época y uno de los cuatro grandes del mundo en la historia del fútbol, con Pelé, Cruyff y Maradona.

Después dirigió al Granada, que descendió a Segunda División, y a la Unión Deportiva Las Palmas, a la que clasificó para la final de Copa del Rey de 1978. Más tarde sumió la dirección del Sevilla y de la Selección Española, con la que no logró títulos, aunque llegó a subcampeón de Europa en 1984 (España perdió la final por 2-1 frente a Francia) y a cuartos de final del Mundial de México, donde España perdió ante Bélgica en los penaltis. ‘La Roja’ no ganaba títulos pero practicaba un juego elogiado por la afición, con nuevos jugadores como Butragueño y Michel.

Este madrileño, nacido en 1922, ingresó como jugador en el Real Madrid en 1948, después de pasar por el Logroñés, Santander y Celta. Como entrenador, llegó a dirigir 600 partidos de Primera División, un récord nacional que le quitó otro madrileño, Luis  Aragonés, en la temporada 97-98. Miguel Muñoz Monzún murió en Madrid en 1990.


21 mayo, 2014

La Cabarrús, una madrileña en la Revolución Francesa

Retrato en blanco y negro de Teresa Cabarrús, visto de negro con pañuelo blanco al cuello  y sombrero alto. Destacan la expresividad de sus grandes ojos, nariz recta, boca bien perfilada y pelo claro ensortijado.
 Teresa Cabarrús Gelabert
Una madrileña, Teresa Cabarrús Gelabert, libró de morir en la guillotina a cientos de personas durante la Revolución Francesa. Su gran belleza e inteligencia le sirvieron para relacionarse con los hombres más poderosos del momento, hasta convertirse en la mujer más influyente de Francia.
 

La Cabarrús nació en 1773 en Carabanchel Alto, por entonces llamado Carabanchel de Arriba. Hija del financiero francés Francisco Cabarrús, conde de Cabarrús, y de la española Antonia Gelabert. Pasó su niñez entre conventos madrileños y con sólo 12 años su padre la envió a París a casa de unos amigos para completar su formación. Pronto dio muestras de ser una joven aventurera e inconformista. Empezó a interesarse por las ideas y ambientes previos a la Revolución Francesa y a relacionarse con grupos de activistas.

A su gran belleza, Teresa sumaba su buena formación, por lo que tuvo numerosos pretendientes y amantes distinguidos. Con 15 años se casó con un consejero del Parlamento de París, Juan Jacobo Devin de Fontenay, marqués de Fontenay, de quien luego se divorció. Defraudada por el giro sanguinario que tomaron los acontecimientos revolucionarios, encabezados por Robespierre y sus ejecuciones masivas, Teresa decidió volver a España. En Burdeos, donde tenía familia, conoció a Juan Lamberto Tallien, enviado allí por Robespierre como comisionado de la Convención Nacional, la nueva asamblea que había abolido la monarquía e implantado la I República.

Madame Tallien


Vista parcial de un cuadro de la Cabarrús, que muestra su bello rostro blanco y sereno, el pelo recogido con una diadema de flores y su esbelto cuello sin adornos. Viste un ceñido traje color beige de raso o seda.
Vista parcial del reatro de madame Tallien
Teresa conquistó a Tallien y con él vivió en Burdeos. En su casa tenía un despacho donde Teresa recibía a cuantos acudían a pedir, a través de ella, salvoconductos e indultos aTallien. Gracias a la influencia sobre su compañero, se redujeron las ejecuciones, librando de morir en la guillotina a casi un millar de bordeleses acusados o ‘sospechosos’ de ser contrarrevolucionarios. Por ello, el pueblo de Burdeos la llamaba ‘nuestra señora del buen socorro’. 

Sin embargo, sus enemigos acechaban y a oídos de Robespierre llegaron noticias de que su delegado en Burdeos mantenía una actitud muy moderada en su misión revolucionaria desde que estaba con ‘la española’. Para contrarrestar estas acusaciones, Teresa compró una fábrica para producir pólvora y ponerla a disposición de las tropas, intentando demostrar así su apoyo a la causa. Sin embargo, Tallien fue llamado por Robespierre a París para rendir cuentas y alejarle de Burdeos.

Era la etapa del Terror revolucionario (1793-1794). Teresa viajó de incógnito a París para reunirse con Tallien, pero fue detenida a los pocos días y recluida en la cárcel de la Force, antes de comparecer ante un tribunal revolucionario, lo que significaba, como aseguraba en una carta desesperada enviada a Tallien, su muerte en la guillotina. Los historiadores no descartan que este suceso precipitara los acontecimientos que dieron un vuelco a la Revolución Francesa. Sólo 48 horas después del encarcelamiento de Teresa, Tallien aprovechó el descontento general contra Robespierre que se palpaba en la Convención para tomar la palabra y acusar con virulencia al líder de todos los males que había generado su política. Robespierre perdió el control de la Convención y se produjo el llamado 'golpe de Thermidor' (nombre del mes del calendario revolucionario, julio de 1794) que acabó con él y sus seguidores en la guillotina.

Ese mismo año, Teresa y Tallien se casaron. Celebraban grandes fiestas en su casa y madame Tallien, la mujer más importante de Francia, aprovechaba para aumentar su influencia social. En París se hablaba de ella como una mujer de singular belleza, bondadosa, simpática, muy aficionada al teatro y la música, que intercedía siempre para ayudar a los más pobres. Con Juan Lamberto Tallien llegó a tener cuatro hijos, pero en 1802 se divorciaron.

Más tarde se casó, en terceras nupcias, con el conde de Caraman, que pasó poco después a ser príncipe de Chimay (Bélgica). Con él vivió, entre París, Niza y el castillo de Chimay, hasta su muerte en 1835. En 1902, la ciudad de Burdeos le dedicó una de sus calles (Rue Thérésia Cabarrus) y también en Madrid, en el barrio de Carabanchel, existe una calle con el nombre de esta extraordinaria mujer.

14 mayo, 2014

San Isidro, fiestas y tradiciones del patrón de Madrid

La ermita de San Isidro, de Goya, 1788. Museo del Prado
Si San Isidro, patrón de Madrid, era mozárabe, es decir, un cristiano en territorio musulmán o nació tras la reconquista de la ciudad; si era labrador, pocero o ambas cosas son cuestiones controvertidas. Los historiadores sitúan el nacimiento del santo en el siglo XI, sin concretar fecha. Otros indican el año 1082 para el nacimiento y el 1170 para su muerte. No había en Madrid (o Mayrit) registros civiles y eclesiásticos y las personas no tenían apellidos como hoy los conocemos. Tampoco sabemos si su esposa, María, a la que se venera con el nombre de santa María de la Cabeza era de Madrid o de Torrelaguna, como aseguran algunos. La escasez de datos históricos alimenta interpretaciones y leyendas.

Las diversas historias coinciden en que San Isidro Labrador era un empleado de Iván Vargas, en cuyas tierras y propiedades trabajaba desde joven, y que conocía bien los viajes del agua desde manantiales y acuíferos a través de canales y conductos subterráneos, para el regadío o el consumo humano. También que pertenecía a la comunidad cristiana que vivía en los arrabales de la Villa, en torno a la plaza de San Andrés. 

La Pradera de San Isidro, de Goya, 1788. Museo del Prado.

Según las temporadas, el santo recorría los campos de Garganta de los Montes (donde se encuentra la primera ermita dedicada al santo), de Talamanca o los de la margen derecha del río Manzanares. Según la tradición, se conocen al menos cuatro pozos construidos por San Isidro: el de su casa donde vivió y murió, que estaría en los que hoy es el museo de San Isidro; el de la casa de Iván Vargas, el del edificio de la calle Mayor número 35 (una placa lo recuerda en este inmueble que antes era casa de baños) y el de la ermita de San Isidro.

La construcción de estos pozos está relacionada con la tradición milagrosa de san Isidro, aunque el único documento escrito conocido es el códice de Juan Diácono, del siglo XII, que es un listado de relatos milagrosos atribuidos a San Isidro.

La tradición oral de los milagros

Los milagros atribuidos a San Isidro Labrador por tradición oral se escribieron a partir de su canonización en 1662. Según ésta, su hijo Millán cayó al pozo de su casa y el santo hizo brotar el agua abundantemente hasta que el niño salió a la superficie. En el códice también aparecen otros hechos milagrosos, como hacer brotar una fuente de agua de entre las piedras o la multiplicación de la comida durante una de las comidas de caridad que ofrecía los sábados a los pobres. Uno de los más nombrados es el que narra que Iván Vargas visitó un día sus tierras al otro lado del Manzanares y cuando estaba llegando vio dos yuntas de bueyes arando, pero al llegar sólo vio una, la de san Isidro. Preguntado por la otra yunta, San Isidro afirmó que él pedía ayuda a Dios y el trabajo le cundía. El dueño lo consideró un milagro y le nombró capataz.

 
La tradición y la fe en la fuente de San Isidro hicieron que, muchos años después, la emperatriz Isabel de Portugal, esposa de Carlos V, recogiera agua de la fuente para curar a su hijo de unas fiebres que padecía. El niño, el futuro el rey Felipe II, se recuperó completamente y la emperatriz ordenó levantar la ermita en honor del santo en 1528, en donde hoy está el parque de San Isidro. El edificio actual es de 1725, levantado en el mismo lugar por Baltasar de Zúñiga, marqués de Valero.

La primera sepultura del santo estuvo en el cementerio de la parroquia de San Andrés. El cuerpo incorrupto era venerado por los madrileños hasta que lo prohibió, en el siglo XVI, el gobernador eclesiástico de Toledo alegando que no estaba canonizado.

Fiestas de San Isidro

La fuente de San Isidro está abierta todos los domingos, aunque es el día 15 de mayo, festividad del patrón de Madrid, cuando miles de madrileños acuden en romería o para hacer una comida campestre en la pradera de San Isidro y degustar las famosas rosquillas del santo, que si llevan o no un baño de azúcar se denominandan 'listas' o 'tontas' . Durante muchos años sólo hubo una pequeña verbena que amenizaba las fiestas patronales. 


Fue Enrique Tierno Galván, primer alcalde democrático de Madrid desde 1939, quien revitalizó esta festividad en la década de los 80, destacando los multitudinarios conciertos de pop y rock que se celebraron en distintos parajes de la ciudad, como El Retiro o el Paseo de Camones, hasta que se construyó un recinto abierto para conciertos en la Casa de Campo, el Rockódromo, un gran anfiteatro en el mismo lugar que hoy ocupa el pabellón Madrid Arena. Hoy día, además de la Pradera, son escenarios de verbenas y conciertos la Plaza Mayor y Las Vistillas, también en los días previos y posteriores a la festividad.

07 mayo, 2014

El Jardín Botánico, un 'oasis' para la ciudad

La fachada principal del Botánico de Madrid es de estilo neoclásico, realizada en granito, destacando las columnas de la entrada.
Entrada al Jardín Botánico. Foto: S. Castaño
El Jardín Botánico de Madrid conserva las mismas funciones científicas, educativas, recreativas y de conservación que se le asignaron en 1781, cuando fue inaugurado por el rey Carlos III. En este  ‘oasis’ en pleno centro de la ciudad se mezclan turistas, grupos de colegiales, expertos botánicos y amantes de la naturaleza en general. 

El Botánico de Madrid se divide en tres grandes terrazas que contienen plantas ornamentales, aromáticas, medicinales, alimenticias, textiles, tintóreas, así como plantaciones de gimnospermas (pino, abeto, cedro...) y de palmáceas, liliáceas y orquidáceas.
Vista de un paseo del Botánico. Foto: F. Chorro
Alberga una colección de rosas antiguas, especies de hábitats rocosos y un emparrado original del siglo XVIII, entre otras especies. En un paseo elevado se expone la colección de bonsais donada en 1996 por el expresidente del Gobierno Felipe Gonzalez al Centro Superior de Investigaciones Científicas.

Además de las especies agrupadas por familias que hay en estos tres espacios, el Botánico tiene un invernadero con tres salas, desértica, subtropical y tropical, que pueden visitarse a ras de suelo y por un paso elevado que ofrece otra visión de las especies allí plantadas. También cuenta con viveros y un centro de investigación científica que dispone de laboratorios.

Importantes piezas de su patrimonio son el Herbario General y los Herbarios Históricos, procedentes de las expediciones de los siglos XVII y XIX, cuando empezaron a estudiarse floras hasta entonces desconocidas, como las de México, Perú, Colombia, Chile o Filipinas, hasta llegar a sumar más de 500.000 pliegos. 
Jardín tropical. Foto: F. Chorro
Entre las instalaciones de este recinto hay varias salas de exposiciones que acogen muestras relacionadas con los hábitats naturales y con otras culturas, así como presentaciones de carácter cultural o científico.

Antecedentes 

Los antecedentes del Botánico se remontan a los tiempos de Fernando VI y al Real Jardín Botánico de Migas Calientes, que fue el primer recinto de estas características creado con criterios científicos. Abrió sus puertas en 1755 y contaba, en 1772, con 650 especies. Se hallaba en una huerta en el Soto de la Florida, camino de El Pardo, en el lugar donde hoy se encuentran los viveros de la Villa. 

El jardín tomó el nombre de un mesón que había allí cuyo plato principal eran la migas calientes.
Aquel Botánico fue trasladado a Madrid por orden de Carlos III en 1781, y de él surgió el actual Jardín Botánico, cuya configuración se debe al arquitecto Juan de Villanueva, el mismo que edificó el vecino Museo del Prado. 

Colección de bonsais. Foto: F. Chorro
El Real Jardín Botánico se diseñó de forma integrada en la reordenación urbana que Carlos III hizo del antiguo prado de los Jerónimos.
En opinión de los expertos, tanto por las portadas como por su configuración estos espacios abiertos muestran el excelente trabajo llevado a cabo por Villanueva en el diseño de jardines.