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16 julio, 2013

Parque del Retiro, naturaleza y ocio en pleno centro

Panorámica del estanque del Retiro, con barcas de remos y al fondo el monumento a Alfonso XII y la arboleda
Estanque del Retiro, 2013. Foto:S.Castaño.

El Retiro, el parque más emblemático de Madrid, era un lugar de recreo de los reyes, hasta que la revolución de 1868 acabó con el reinado de Isabel II y se decidió abrir este espacio a los madrileños. Sus orígenes se remontan al Real Sitio del Buen Retiro, conjunto de edificios y jardines inaugurados en 1634, un acontecimiento que Lope de Vega recogió en La Vega del Parnaso.  

Se construyó sobre una enorme finca que el conde duque de Olivares regaló al rey Felipe IV y debe su nombre original (El Buen Retiro) al aposento que los reyes tenían en el vecino monasterio de san Jerónimo el Real, para ‘retirarse’ a hacer ejercicios espirituales. Además de un extenso palacio contaba con nueve ermitas, coliseo de comedias y plaza de toros. 

El Buen Retiro sufrió un considerable destrozo durante la invasión francesa, pues lo ocuparon primero las tropas de Napoleón y más tarde las tropas inglesas aliadas con España. Hoy, además de los jardines y numerosas esculturas, el Retiro alberga varios espacios y edificios de notable interés, como el estanque y el Monumento a Alfonso XII, el Palacio de Velázquez, el Palacio de Cristal o el Parterre. 

Espacios principales
El Palacio de Cristal, con el lago delante, en el centro surtidor de agua y rodeado de vegetación
Palacio de Cristal, Parque del Retiro. Foto:S.C.
El estanque es el corazón del Retiro y a su alrededor se instalan todo tipo de personajes que animan el paseo: malabaristas, payasos, cuentacuentos, acróbatas, echadores de cartas… Está presidido por el monumento a Alfonso XII, el conjunto escultórico más grande de Madrid, obra del arquitecto José Grases, cuyo proyecto continuó, a su muerte, Teodoro Anasagasti. En este impresionante conjunto trabajó una veintena de escultores, entre ellos Mariano Benlliure, autor de la estatua ecuestre del  rey que se alza sobre el monumento.
El Palacio de Velázquez, llamado así por su arquitecto, Velázquez Bosco, se construyó para albergar exposiciones. El Palacio de Cristal, inaugurado 1887 para acoger las plantas de la Exposición de las Islas Filipinas, es una de las primeras estructuras de hierro y cristal. En ocasiones es escenario de presentaciones y exposiciones. Tiene delante un estanque con patos y cisnes y es uno de los lugares con más encanto del parque.
Palacio de Velázquez, El Retiro. Foto: S.C.
Otros espacio interesante es la Montaña Artificial, construida en 1815 por capricho de Fernando VII, para tener buenas vistas de Madrid. La Montaña tiene en su interior salas abovedadas que hace años se utilizaron como salas de exposiciones. En su exterior cuenta con numerosas especies vegetales y fuentes. A su lado están las ruinas de la ermita románica de San Pelayo, de 1232, traída piedra a piedra desde las afueras de Ávila en 1897.
También destacan los Jardines del Parterre, escenario, dicen las crónicas, de los ‘pecados’ de Luisa Isabel de Orleans, esposa del efímero rey Luis I, y la glorieta del Ángel Caído, monumento único dedicado al diablo, obra de Ricardo Bellver, con pedestal de Francisco Jareño.
El Parterre. Foto: S.C.
Observatorio astronómico 
Edifico singular de la arquitectura neoclásica es el Observatorio Astronómico, diseñado por el Juan de Villanueva, arquitecto de los cercanos Museo del Prado y Jardín Botánico. En su interior estaba el gran telescopio de Herschel de 25 pies, construido por el famoso astrónomo e instrumentalista germano-británico William Herschel, considerado en su época el mejor telescopio del mundo. Se instaló en 1802, pero durante la invasión francesa los soldados de Napoleón acampados en el Retiro lo quemaron. Sin embargo, se conservaron los planos, lo que permitió al Instituto Geográfico Nacional construir una réplica exacta del telescopio, que fue instalada en 2004.
En su día, el Casón del Buen Retiro y el edificio del Salón de Reinos (antiguo Museo del Ejército), al lado del parque, formaron parte del complejo de edificios que albergaba a la familia real y su séquito durante sus estancias en el Buen Retiro. El Casón, construido por el arquitecto Juan Bautista Crescenti, era utilizado como salón de baile.
En 1971, el Casón fue destinado a sede de las colecciones de pinturas del siglo XIX del Museo del Prado, y se hizo famoso por albergar durante años el Guernica de Picasso y el Legado Cooper, con obras de Picasso y Juan Gris.

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